Jaime Ríos Otero
Ha sido profusamente comentado el tenor de las elecciones internas de Morena este sábado. Los directivos y militantes del partido que tiene como lema “no mentir, no robar y no traicionar”, vivieron una jornada de atrocidades contra la democracia, tales como robo de urnas, compra de votos, mala organización de centros de votación, amenazas, quema de urnas, padrón rasurado, acarreos, inducción de votos, coacción, cancelaciones por inseguridad, embarazo de urnas, golpes y reyertas, etcétera, etcétera.
Si estas elecciones internas hubieran sido del PAN o del PRI, nadie le hubiera frenado la lengua al presidente López Obrador criticando y descalificando a esos partidos.
Pero como las elecciones fueron de Morena, la mañana de este lunes dijo que “fue una buena jornada democrática”, aseguró que “estas prácticas no fueron la generalidad en la elección”, y presumió que “los señalamientos de fraude no se comparan a los que vivía México en otros regímenes”.
El propio Alejandro Rojas Díaz Durán, fundador de Morena, denunció las malas prácticas durante la elección y advirtió la necesidad de acudir al Tribunal Electoral, dado que los órganos del propio partido nada harán para sancionar estas prácticas. El dirigente del Ala Democrática cuestionó que Morena busque reemplazar al Instituto Nacional Electoral (INE), mientras que en sus procesos internos impera “la ley de la selva”.
Militantes fundadores de Morena adelantaron que pedirán la anulación de las votaciones para renovar el Congreso Nacional del partido, ante las irregularidades denunciadas en la jornada, que calificaron como la “olimpiada del fraude”.
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