domingo, abril 28, 2024

De política y cosas peores

Una vez más fui invitado a un desayuno-reunión con el diputado federal por la LXV Legislatura José Francisco Yunes Zorrilla, en esta ocasión convocada por el grupo plural de ciudadanos denominado Ver por Veracruz, encabezado por el Dr. Carlos Luna Escudero. Como en la primera ocasión, preparé un escrito en relación con las demandas del Sector de las Artes y la Cultura, que considero deben ser tomados en cuenta por el aspirante a la candidatura al gobierno del Estado.

El asunto que se planteó, que más que pregunta fue una propuesta que surge a partir de la exposición de motivos que hiciera el presidente del Comité Directivo Estatal del PRI, en una reunión-desayuno anterior, y que por su alcance y por los tiempos aciagos que se viven en materia político-electoral que me parece se debe tener presente, si es que se quiere cambiar el rumbo y destino del estado de Veracruz.

Al escuchar al invitado que cuando el Partido contaba con todos los recursos, a cualquiera que el Partido propusiera para un puesto de elección popular, él o ella la tenía ganada; y que un proceso electoral sale caro, pues hay que repartir mucho dinero. Planteamiento que me dejó la impresión que no la tendría fácil la candidata o el candidato de ese Instituto Político para el 2024.

Escuchada la confesión de parte, observé a los presentes, y me puse a pensar si alguno de ellos lo mueve el dinero para participar, antes y durante un proceso electoral, y por supuesto para emitir el voto. La reflexión me llevó a concluir que por el contrario muchos de ellos, incluido quien esto escribe, hasta ponen/ponemos de la bolsa, para que el candidato de nuestra preferencia obtenga el triunfo.

El punto que pongo a la consideración del invitado es que los usos y costumbres en materia electoral mantienen la idea que se debe hacer campaña y movilización con los sectores más desprotegidos, los más vulnerables, los que son número, y no personas, para las estadísticas, los que “no figuran en la historia universal sino en la crónica roja de la prensa local”, como dijera Liliana Felipe; ¡claro está! Los que aseguran el triunfa según el Sr. Presidente de los Estados Unidos Mexicanos. Esto significa que los aspiracionistas, los clase media que estudiamos carrera universitaria y ejercemos una profesión, no contamos; y dentro de estos, los del sector de las arte y la cultura, que ni vale la pena voltear a verlos.

He ahí el meollo de este asunto. Me parece que además de las calles, banquetas, drenajes, puentes, con todo y río incluido, junto con las promesas de crear secretarías de culturas, museos regionales in situ, apoyo para la creación, rescate y salvaguarda de bienes patrimoniales, se deben plantear y ejecutar acciones estratégicas que faciliten la formación, creación, difusión y comercialización de cualquier tipo de expresión artística y/o cultural.

La gastada fórmula de hacer foros con los sectores, en particular del arte y la cultura, se debe mudar por acciones en las que creadores, ejecutantes, intérpretes, escritores, dramaturgos, pintores, escultores, coreógrafos, y demás especialidades, tengan en el gobernante, de cualquier nivel, o legislador federal o local, un facilitador de procesos y no un repartidor de dádivas, premios u ostracismos.

A las jornadas de salud, belleza, enchulamiento de la colonia, festivales artísticos con piñata y payaso incluido, hay que sumar tácticas que capaciten al creador-creadora a ser autogestivo(a), habilitarlo(a) para que sea capaz de buscar fuentes de financiamiento, sí, pero también que participe en la reconfiguración del tejido social, que sea un actor y no un simple espectador de la res publica.

Al conocido proverbio chino que dice que si regalas un pescado a un hombre le darás alimento por un día, pero si le enseñas a pescar lo alimentarás por el resto de su vida, y si además le enseñas también a vender o le das facilidades para que ubique o abra su propio mercado, lo convertirás en un generador de riqueza.

La repartidera ya no alcanza para todos, así que mejor hay que ir echándole imaginación al financiamiento de las campañas, para entrar por lo menos a la contienda. Considerar a todas y todos los votantes para convertirlos en potenciales electores, es la consigna.

Empecemos entonces por capacitarlo en la gestión y procuración de fondos para que sea un sujeto que tome conciencia de sí mismo, de sus afectos y sentimientos, pero también que participe en las cosas de su entorno, que ocupe el lugar que le corresponde para transformar aquello que degrada a la especie de cualquiera de los reinos. ¡Es cuanto!

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