La gente prudente (y también sus adversarios) considera la respuesta de Andrés Manuel López Obrador al Parlamento Europeo como desafortunada. Las personas que siguen enajenadas por las promesas del mandatario, pese a que ha cumplido muy poco de lo que promete, le festinan el desplante y las majaderías que expresa al calificar a los eurodiputados como borregos, desinformados y, por asociación, metiches.
Será interesante saber cuál va a ser el impacto que la postura del mandatario tenga en la relación con Europa, ahora que ha dejado claro que el régimen mexicano es autoritario y por tanto cerrado al cauce diplomático y, como consecuencia, a lo mejor inestable en cuanto a ofrecer garantías para los negocios, por ejemplo, dada su índole personalista, cerrada y caprichosa.
La respuesta ante un pronunciamiento de carácter humanista, en un tema protegido por la Declaración Universal de los Derechos Humanos, como fue el emitido por el Parlamento Europeo, que tiene su justificación en que en sólo 2 meses y medio han sido asesinados 7 periodistas, y unos 30 en la primera mitad del régimen lópezobradorista, fue cavernaria, jamás vista en la diplomacia mexicana y muy preocupante por el nivel de desbordamiento psicológico que tiene el presidente.